Ubisoft nos vuelve a obsequiar con una nueva entrega, la quinta contando
Essentials, de la franquicia
Splinter Cell. La primera entrada en Xbox 360 resulta ser básicamente el juego que todo usuario podría esperar tras ver numerosas imágenes y conocer detalles del juego y que sin embargo podría haber sido más de lo que finalmente hemos obtenido. Ojo, esto no quiere decir que estemos ante un mal juego, ni mucho menos, ya que se podría definir
Double Agent como el mejor de la saga ofrecida hasta el momento, pero que no hace más que dar un pequeño pasito con respecto a los anteriores juegos ya vistos en PS2, Xbox y GameCube. Tratándose de una versión para Xbox 360 que, además, es exclusiva en la nueva generación de consolas (no aparecerá en PS3, al menos de momento) y que por activa y por pasiva desde la compañía responsable se encargan de recordarnos que ha sido desarrollado con este hardware en mente, hay que exigirles mucho más de lo que la mayor parte del juego ofrece y una mayor profundidad en su desarrollo y planteamientos.
SCDA nos vuelve a colocar en la piel del personaje Sam Fisher, un agente doble de la Agencia Secreta para la Seguridad Nacional en una misión encubierta en la que deberá hacerse pasar por terrorista con todo lo que ello conlleva. En algunas ocasiones, esto nos llevará a
tener que decidir entre intentar pasar desapercibidos cumpliendo las órdenes que estos nos asignen o hacer lo que sería más justo dentro de la ley para la NSA, lo que quedará indicado en el juego por unas barras de confianza de ambos bandos según las decisiones que tomemos. Si bien no es la primera vez que vemos un sistema similar a este aunque, sí que es la primera vez que es tratado de esta forma, ya que en ocasiones nuestras acciones nos llevarán a misiones de infiltración que los terroristas nos encomendarán y, al mismo tiempo, hacer otras acciones para la agencia NSA intentando no ser descubiertos por los primeros, con lo que podremos ver incluso distintos caminos, hechos alternativos, cambios en la historia e incluso el uso de ciertos objetos, garantizando la posibilidad de rejugar el título para poder aprovecharlo al máximo.
Las localizaciones serán muy variadas durante todo el juego, pasando por la primera misión en Islandia, un crucero en Cozumel, un hotel en Shangai o las calles de Kinshasa en la República Democrática del Congo, además del cuartel general terrorista en Nueva York. Gran parte del desarrollo de la aventura tendrá lugar en este último punto, donde realmente
se viven grandes momentos de intensidad gracias a tener que realizar, en cada ocasión, una lista de tareas terrorista y otras tantas de obtención de datos para la NSA (huellas, pruebas visuales, documentos), teniendo que pasar inadvertidos en las zonas a las que tenemos restringido el acceso (perdiendo confianza o incluso finalizando el juego si nos pillan) y, además, en un tiempo límite. Algunas de estas pruebas requerirán algo más que sigilo para poder sortearlas ya que nos propondrán pequeños mini-juegos como una especie de mezcla entre un cubo de Rubik y el 'sudoku' con números binarios (ceros y unos) que deberemos resolver para desencriptar un e-mail. Eso sí, estas resultan algo escasas y hubiese venido bien algunas más para alargar algo la partida ofrecer mayor variedad en su desarrollo, ya que el resto de mini-juegos (abrir cerraduras, averiguar combinaciones de caja fuerte o conseguir códigos de acceso de puertas) no requerirán ningún tipo de habilidad o destreza para llevarlas a cabo.