Cuando hace más de año y medio conocimos la existencia de
The Last of Us admiramos el valor de
Naughty Dog; en lugar de quedarse en la comodidad de la saga
Uncharted, se lanzaban a un proyecto completamente nuevo y bastante arriesgado, una aventura de supervivencia protagonizada por un hombre entrado en años y una jovencita. Mes tras mes, tráiler tras tráiler y avance tras avance le hemos ido tomando cariño a los personajes, a la historia... Pero nada de eso te prepara
para la increíble experiencia que es The Last of Us.
Nos metemos rápidamente en la historia; el mundo tal y como lo conocemos ya no existe, arrasado por una plaga que vuelve a la gente algo similar a zombies asesinos. Las ciudades son fortificaciones militares donde los supervivientes se encuentran a merced del ejército, y un grupo de liberación - casi terrorista - llamado
Las Libélulas (Firefly) intenta impedirlo. En mitad de este clima de desesperanza se encuentran
Joel, un superviviente duro, curtido en mil batallas y que ya no cree en nada ni en nadie, y la joven
Ellie, una chica que nunca ha salido de la ciudad, y que es muy especial... Juntos emprenderán
un viaje que nos hará vivir experiencias increíbles; terror, esperanza, traición, miedo a la pérdida, amor... Pero, sobre todo, que nos emocionará. Y ahí está el punto más fuerte de
The Last of Us, en su capacidad para hacerse un hueco muy adentro y dejarnos el mando pegado a las manos durante un buen montón de horas.
Es tan increíble la experiencia - a nivel gráfico y narrativo, especialmente - que es muy fácil olvidarse de los fallitos del juego, pero hay que reconocer que también los tiene. Pequeñitos, sí, pero los tiene. ¿Un ejemplo? El desarrollo es muy lineal, tanto como en los
Uncharted, aunque allí avanzamos más
a saco y resulta más difícil notarlo; aquí los jugadores más veteranos se darán cuenta pronto que todo nuestro camino está trazado desde el primer minuto hasta el último, y la libertad de acción está en cómo encarar determinadas situaciones de combate, determinados
retos plagados de enemigos de todo tipo.
Los infectados no son los únicos
monstruos del juego - de hecho, están lejos de ser los peores -, y aquí entra en juego lo vulnerable que es nuestro héroe, Joel (que es el que controlaremos en la mayor parte de la aventura); no puede curarse solo, no puede luchar contra más de 2-3 enemigos a la vez, y carece de mucha munición o armas contundentes. Así, para sobrevivir tendrá que aprovecharse
de su entorno y sus posibilidades (llamando la atención de los enemigos con distintos objetos, como botellas), escondiéndose y atacando de forma rápida y letal. Ellie puede salvarnos alguna vez puntual, pero no podemos confiar en la providencia, debemos ir bien preparados... Y también adaptarnos a lo que el juego quiere de nosotros; hay momentos en los que hay una forma de hacer las cosas (aunque no sea la que pensamos, como por ejemplo tener que eliminar a todos los enemigos cercanos antes de forzar una puerta y seguir avanzando), y es mejor no darse cabezazos contra la pared.
Para darle más relieve a la acción - que personalmente se nos ha quedado un pasito por detrás de los frenéticos y divertidísimos combates de
Uncharted - tenemos un sistema de mejoras muy completo, que nos permitirá convertirnos en auténticos supervivientes creando armas improvisadas (como cuchillos para apuñalar y matar sin tener que perder tiempo ahogando a nuestros enemigos). Este sistema, junto a los manuales de supervivencia, documentos y objetos secundarios son la única excusa para explorar los
bellísimos escenarios de juego, unos escenarios realmente apabullantes en calidad y nivel de detalle.
La aventura puede durarnos, fácilmente,
unas 25-30 horas, horas cargadas de intensidad en las que se van incluyendo periódicamente nuevos retos y desafíos para que la emoción no decaiga (y creednos, sin entrar en
spoilers hay momentos magistrales). Con todo, y pese a los esfuerzos del equipo creativo, tenemos que reconocer que para nosotros la rejugabilidad es baja; una vez disfrutemos de la trama y sus posibilidades, no creemos que muchos de vosotros vayáis a darle una segunda vuelta...
Al rescate aparece un
completo modo multijugador que, sin ser la estrella del Blu-Ray da muchísimo juego; la idea es
adaptar la atmósfera de sigilo y supervivencia del juego a la acción por equipos, pero siendo muy cuidadosos. Si nos movemos mucho o hacemos mucho ruido apareceremos en el mapa y seremos un blanco perfecto, así que hay que ser cuidadosos, esconderse, atacar y desaparecer, y buscar un sitio seguro para recuperarnos de nuestras heridas; al igual que en el modo principal necesitamos unos segundos para vendarnos y recuperarnos, así que mejor estar tranquilos. Los objetivos y misiones secundarias están muy bien pensados para promover el trabajo en equipo, así que otro acierto para
The Last of Us.
Gráficamente nos hemos encontrado momentos apabullantes, de un juego que os podemos asegurar que en E3 ensombrecía a la mayoría de lanzamientos de PS4; modelados increíbles, animaciones alucinantes, efectos de iluminación sorprendentes... Está en la cabeza de nuestro TOP 10 de juegos para PS3. Pero... ¿Y el apartado sonoro? Bueno, la banda sonora es para quitarse el sombrero, simplemente magistral; sabe transmitir y multiplicar las emociones del juego. El punto más flojo aquí son las voces;
pese a que el juego se ha traducido más que correctamente al castellano (aunque está un puntito por debajo del doblaje original) no sabemos por qué hay problemas con el sonido envolvente, y si no estamos muy cerca de las personas que hablan nos perderemos diálogos; esto es una auténtica molestia cuando los personajes van hablando y nosotros queremos ir un poquito separados buscando y explorando, y nos ha obligado (tras hacer varias pruebas) a jugar con los subtítulos activados. Una pena...
Nos quedamos con un estupendo sabor de boca, en una experiencia más que recomendable para los usuarios más adultos y maduros de PS3, que van a disfrutar de un titulazo inolvidable.
Naughty Dog necesita libertad para poder seguir creando obras como esta, porque - con permiso de Drake, al que apreciamos mucho - simplemente, queremos más.