Nos han llamado la atención declaraciones de distintas voces de la industria que
no entienden el éxito - e impacto - que sagas como
Super Smash Bros están teniendo en el mercado. Aunque quizá para algunos es algo inmediato de ver, la cuestión tiene más miga de la que parece. Si todo fuera tan fácil como juntar a las estrellas de determinadas compañías, cocinar con un buen sistema de juego y servir al consumidor, juegos como
Playstation All-Star Battle no se hubieran dado el castañazo que se dieron (ni siquiera vendió 1 millón de unidades en PS3, mientras en Wii se contabilizaron más de 12 millones de
Smash).
¿Por qué funciona así? Bueno, hay varios factores que hay que mirar bien:
- La fuerza de sus franquicias.
Mario puede presumir de vender decenas de millones, y ante él poco valen los números de
God of War, Uncharted o Killzone... Y el problema es que aquí
Mario no juega solo, viene acompañado por el otro buque insignia,
Pokémon, y decenas de
Million Sellers como
Zelda, Metroid, Donkey Kong, Fire Emblem, Kirby...
Menos de un millón de unidades de un juego que combinaba a las franquicias exclusivas más fuertes de Sony con sagas como Metal Gear, Tekken o Devil May Cry. Algo fallaba...
- Una estética más homogénea. Incluso trabajando con los extremos - como
Metroid y Pokémon,
Nintendo ha sabido darle un
look más similar a sus sagas, y no hacer que
desentonen demasiado. Vamos, que aunque hablemos de una
reunión forzada, no se nota en ningún momento...
- Una jugabilidad exprimida al máximo. Si hay algo que la
Gran N ha sabido hacer con sus sagas es cuidar la jugabilidad para hacer sus juegos estrella increíblemente fáciles de disfrutar en pocas partidas, y
Smash no es más que otro ejemplo. Sin barras de vida, sin complicados combos, sin difíciles ataques especiales... El paradigma de la sencillez, y sin embargo, una fórmula que también engancha. En
Sony han intentado copiarla por activa y por pasiva, pero... En la mayoría de los casos ha sido como enfrentar una cola sin marca contra la Coca Cola; es lo mismo, pero ni de lejos es igual.
Pero, ¡ojo!, algunos de estos mismos factores también juegan en contra de
Nintendo, como estamos viendo ahora en muchas de sus sagas. La estética colorista y desenfadada,
kiddie (o infantil) de la que hacen gala sus sagas también le pasan factura cuando muchos de sus fans crecen; así, algunos los niños que adoran a Mario y Pokémon se convierten en adolescentes que rechazan de plano estas franquicias, atraídos por otras sagas más
adultas (al menos, visualmente). E, incluso aunque se queden con la marca, consumen menos juegos y son mucho más críticos con su estética. Esto a la larga ha demostrado ser un auténtico problema y un quebradero de cabeza para la compañía, que muchas veces no sabe ya cómo mantener contentos a distintas generaciones de jugadores, ejemplos que hemos visto con sagas como
Zelda, y que han llevado a estrategias como tener distintas
visiones o estéticas de personajes como
Link (
Toon y normal) para contentar a los distintos tipos de público.
Nintendo experimentando con distintas opciones gráficas para que no hubiera quejas...
Sony (e igualmente, Microsoft) no tienen ese problema. Primero, porque incluso sus sagas exclusivas más longevas llevan relativamente poco en el mercado, y segundo porque su estética, salvo excepciones concretas como
Parappa o
Viva Piñata, son claramente para jugadores más adultos. Y no es nada malo,
hacen bien lo que tienen que hacer, sagas visualmente impactantes con buenas historias y propuestas jugables distintas.
Sin embargo, cuando estas dos compañías han intentado
copiar el éxito de Nintendo - con propuestas superiores sobre el papel, como puedan ser
Modnation Racers ante
Mario Kart o
Move frente al
Wiimote - el resultado ha sido malo o mediocre.
Y, de nuevo... ¿Por qué? Pues por los consumidores, los jugadores. Los jugadores notamos cuando hay una idea llevada con ganas, cuando hay pasión, ganas... Cuándo se trata de llegar a nosotros. Y distinguimos perfectamente un trabajo
perezoso de copia de las ganas de innovar, o de mejorar mínimamente una saga. Y de la misma forma,
Nintendo ha sabido atraer a jugadores curiosos y creativos; no hay más que ver cómo se esfuerzan algunos con las mínimas herramientas que les dan juegos como
Animal Crossing o el
MiiVerse para disparar su creatividad.
Uno de los problemas con los que se enfrenta ahora
Nintendo es que ese
mercado creativo cuenta con nuevos
gurús, estudios indies con muchas ganas o ideas geniales, como
Minecraft. Nuevos formatos de juego, como los títulos de micropago para
móviles. Nuevas experiencias de juego online como
League of Legends que parecen casi imposibles en sus consolas... Está claro que ya no puede llegar a todo el mundo así. Pero también que sus propuestas más mimadas y estudiadas, como
Super Smash Bros. siguen llegando a la gente. Y, por supuesto, no será sorprendente que lo vayan a seguir haciendo.