Ya os hemos contado que, cuando en 1999 apareció el original Outcast pudo causar una auténtica revolución debido a varios factores, como los técnicos siendo uno de los primeros sandbox en 3D jamás creados, o jugables ofreciendo lo que ya habíamos visto hasta ese momento en otra perspectiva, y todo con clase, buen gusto y sentido del humor. No llegó a triunfar en exceso, aunque era de la clase de juegos que todo el mundo quería jugar en PC, casi nadie tenía una máquina capaz de hacer andar este juego que, recordemos, necesitaba un bicho de máquina y se recomendaba aceleradora 3D (algo parecido a lo que ya os contamos con Rune en su momento).
Ahora, Outcast tiene una segunda oportunidad que, por lo que vemos en los vídeos y en las imágenes, le sienta muy bien a pesar de utilizar el Engine gráfico Unity, un engine que no muchas compañías utilizan para sus grandes desarrollos, aunque es muy barato y relativamente sencillo de controlar. Sin embargo, en el mercado actual hay grandes joyas en el género, juegos como el todopoderoso GTA V, los The Elder Scrolls IV y V, Just Cause 3, y tantos otros que le va a ser casi imposible hacerse un hueco y llegar a las masas.
No queremos decir que sea un mal juego, ni mucho menos, pero estamos hablando de un momento en el mundo del videojuego, el actual, en el que hay que despuntar por algo realmente llamativo, bien sea por gráficos, historia, por estética, o por jugabilidad, y aunque Outcast los tuvo en su momento, 18 años más tarde no lo tiene, y se puede convertir en un juego que llamará la atención de aquellos con su corazoncito tierno que desean volver a sentir las mismas experiencias (o parecidas) que sintieron en su momento jugando al original, así como aquellos a los que los primeros le contasen sus maravillas, y quieran ver de qué va todo eso. Definitivamente, no es para todos el mundo.