Tengo que reconocer que las ideas de Hazelight y de su máximo exponente, Josef Fares, son muy originales y atractivas, y gracias a ellas podemos ver que NO está todo dicho en el mundo de los videojuegos y que aún queda espacio para cosas originales. Siempre decimos que nos gusta el retro, y que nos gustan las mecánicas clásicas, las narrativas directas y sencillas de la inmensa mayoría de los juegos, así como jugar a lo mismo una y otra vez aunque su nombre lleve un número distinto e incremental cada año. También nos gustan, pero que en muchas ocasiones acabamos cansados y aburridos de lo mismo, una y otra vez, y nos pasamos los juegos como si fuesen caramelos que, simplemente, nos metemos en la boca porque me he acabado el anterior y no quiero que esté vacía sin nada.
La propuesta me parece muy original y, aún así, no creo que sirva para lo que se pueda pensar de ella, es decir, que sirva para ayudar a las parejas con problemas. A lo mejor es así y pone a dos personas que no se hablan mucho y que están pensando en separarse a jugar y a divertirse juntas porque, no lo olvidemos, es un videojuego y gracias a él comprenden que no están tan mal como parecía en un principio. Eso sí; personalmente veo más lo contrario, y es que todas las semanas juego a cooperativo con amigos, aunque en su mayoría son de los que cada jugador puede hacer lo que le da la gana y el resto debe intentar cubrirle el culo al que se adelanta para que no le pase nada, sea quien sea. Sin embargo, vale con el juego de turno requiera un mínimo de sincronización para que las frustraciones y las culpas vengan y vayan como ellas solas y nos empecemos a olvidar de que es un videojuego, jugamos para divertirnos y reírnos, y el que está al otro lado de la pantalla es, o eso pensamos todos, un amigo.
Igual es que somos muy competitivos, o igual no somos una muestra demasiado representativa de jugadores a los que les gustan esta clase de videojuegos, pero si existen más grupos como nosotros, o alguno está en una situación de pareja precaria y piensa que un videojuego puede arreglar una pareja a punto de romperse, creo que el problema está más en su cabeza aunque, por supuesto, por intentarlo no se pierde nada. Eso sí; veo más probable que se rompan parejas cuando alguno de los dos haga algo mal y se queden a medio camino que lo contrario, pero siempre nos quedarán otros juegos con los que pagar la frustración y aislarnos de la rutina, aunque esa rutina tenga nombre y apellidos...