Es que no hay más. Cuando Sony lo hace bien hay que aplaudirles, y cuando lo hace mal hay que zarandearlos. Y ahora lo están haciendo mal por muchos motivos. Personalmente llevo un tiempo diciendo que cuando una compañía pasa el desarrollo de sus juegos a una generación superior debe ser considerado como algo bueno o positivo ya que de alguna forma vamos a tener un juego más redondo a nivel técnico, y eso lo vamos a notar también a nivel jugable. Tenemos muchos ejemplos, como cuando se anunció Battlefield 2042 y los rumores lo situaban como exclusivo en PS5 y Xbox Series, llegando finalmente también a PS4 y Xbox One. Técnicamente, Battlefield 2042 es un evidente paso atrás con respecto a Battlefield V, el anterior título de la saga, y no solo porque el juego en la generación anterior tenga la mitad de jugadores, 64, y en la versión superior tenga el doble, 128. No tiene entornos destruibles, los escenarios son enormes pero vacíos en su mayor parte, y los modelados de los personajes son realmente similares con respecto a versiones anteriores. Cuando haces un juego pensando en un hardware menos potente debes sacrificar detalle en los personajes y escenarios, así como objetos, IA, o modificación en los entornos, por lo que siempre es bueno ver la mejor versión posible del juego y que esta esté optimizada.
Lo que quiero decir es que como poseedor de una PS5 (y una Xbox Series X, pero eso es otro tema), debería aquí pensar en que es algo bueno el abandonar una versión anterior para que lo nuevo que hagan esté optimizado y sea mejor y más bonito, pero no es así por un motivo fundamental. Y es que Burning Shores es un DLC que necesita el juego original y que ya ha sido lanzado en una consola anterior, PS4. No debería hacer falta recordar que los DLCs son expansiones del juego original que pretenden extender su vida, contarnos más detalles que se quedaron en el tintero, mostrarnos más enemigos y zonas que no dieron tiempo de desarrollar, o simplemente aquellas ocurrencias que tuvieron sus desarrolladores durante su desarrollo y que al no estar planificadas no acaban en el juego final. En muchas ocasiones, un DLC es algo que se piensa y se planifica una vez se termina el desarrollo del juego base, con la idea de que con un bajo coste se pueda contentar a los fans más acérrimos extendiendo la vida del título por algunos meses, y de paso hacerles pasar por caja. Por ello, lo normal es ver algunos escenarios similares, mucha reutilización de enemigos, personajes y objetos, y lo que sí que podemos y solemos ver diferente es más historia, y sobre todo unas mecánicas que sí que pueden ser distintas y que permiten de alguna forma experimentar con el público y ver si para próximos desarrollos o continuaciones gustan lo suficiente como para meterlas de lleno.
A ciencia cierta sabemos que el engine utilizado en el DLC va a ser exactamente el mismo, ya que ocurre con cualquier otro juego e igual que ya ocurrió con el DLC de su anterior juego, The Frozen Wilds, en el que podíamos llegar a la nueva zona andando tranquilamente sin un cambio drástico en ningún aspecto, como ocurre en todos los DLCs que se lanzan al mercado. Ahora, lo que pretenden contarnos es que vamos a ver más detalle en escenarios y enemigos y una mayor fluidez en la tasa de frames, algo que ya ocurre en el juego base en PS5 sin necesidad de sacrificar una versión completa, por lo que solo les queda la excusa de que les llevaría más tiempo de desarrollar una versión completa del DLC y, probablemente, un coste que no van a recuperar ya que generalmente los DLCs no suelen tener unas ventas enormes en casi ningún caso. Aquí sí que se ve claramente que podían haber lanzado esta versión con el simple objetivo de contentar a sus fans, que además se van a enfadar probablemente mucho más cuando vean el juego y el DLC en un pack que sí que va a llegar a PC en 2024 cuando sea lanzado, haciendo ver claramente que Sony considera a sus fans más acérrimos, los que compraron el juego en PS4, como de segunda fila, simplemente por no haberse actualizado aún de consola.