Hace unos días pudimos ver la presentación oficial de Dying Light: The Beast, la esperada expansión independiente de Dying Light 2: Stay Human que está prevista para verano de 2025, y que finalmente llega como juego independiente dentro del universo de Dying Light desarrollado por Techland. Originalmente concebido como una expansión o contenido adicional, el proyecto evolucionó hasta convertirse en un juego autónomo que conecta las historias de los dos primeros títulos de la saga: Dying Light y Dying Light 2: Stay Human. Esta nueva entrega nos invita a explorar un nuevo entorno mientras profundizamos en la narrativa de Kyle Crane, el protagonista del primer juego, y su relación con el villano conocido como el Barón.
En este título, retomaremos el papel de Kyle Crane, quien tras los eventos de Dying Light y The Following (el DLC de pago del primer juego), ha sido capturado y sometido a experimentos durante 13 años por el Barón, un científico frío y calculador cuyo verdadero nombre es Marius Fischer. Este villano, último descendiente de una influyente dinastía farmacéutica, se encuentra obsesionado con la sangre de Kyle debido a sus propiedades únicas tras haber sido infectado por el virus. La narrativa se desarrolla en Castor Woods, una región desolada y misteriosa dividida en biomas, como pantanos con aguas turbias y niebla que acentúan la tensión y el terror durante la noche. Estos entornos nos ofrecen una atmósfera artesanal y cuidada, con diseños que nos invitan a la exploración tanto en exteriores como en localizaciones cerradas, como el laboratorio del Barón.
Kyle regresa con habilidades mejoradas, resultado de los brutales experimentos a los que fue sometido. Estas habilidades nos permitirán enfrentarnos a nuevas amenazas, incluidas versiones avanzadas de los Virales, los zombis rápidos y letales que ahora actúan como soldados bajo el control del Barón. Además de las mecánicas de parkour que han definido a la franquicia, podremos acceder a un arsenal ampliado de armas que incluye lanzagranadas con municiones especializadas, como granadas UV, y un arco mejorado. Por primera vez desde The Following, también será posible conducir vehículos en primera persona, lo que aporta una nueva dimensión a la exploración y la inmersión.
El Barón se destaca como un antagonista complejo, obsesionado con el lujo y rodeado de objetos artísticos que reflejan su sentido de superioridad. Su laboratorio esconde secretos que podremos descubrir, junto con fragmentos de la historia de la familia Fischer. El Barón es como es conocido, ya que su verdadero nombre es Marius Fischer, el último descendiente de una larga estirpe de científicos de Castor Woods. Marius está convencido que los pocos humanos que sobrevivieron al brote son débiles y cree que es su objetivo y derecho moral el restaurar el orden.
Para conseguirlo, se dedica a experimentar con cepas virales muy siniestras con la esperanza de alcanzar su grandioso objetivo, uno que sigue siendo un misterio para todo el mundo, Kyle Crane incluido, quien no es más que una pieza más en el puzle del Barón. Y aunque no disfruta del dolor que causa, entiende la necesidad del mismo y que el sufrimiento de sus sujetos no es más que un efecto secundario necesario para alcanzar su objetivo. Ya que, pese a todo, el fin justifica los medios. Su carácter despiadado contrasta con su racionalidad y su filosofía, plasmada en monólogos que hacen referencia a citas y conceptos culturales profundos. Este enfoque en la narrativa y los personajes enriquece nuestra experiencia, ofreciendo un contexto más profundo a las acciones de Kyle y su sed de venganza.
En cuanto a las mecánicas de juego, Dying Light: The Beast introduce un nuevo mundo abierto y un nuevo sistema de físicas avanzado, en el que las interacciones con el entorno se sienten más realistas, desde el comportamiento de los zombis al ser empujados contra paredes hasta su reacción al caer sobre barandillas. La linterna y las sombras proyectadas aumentan la sensación de peligro, especialmente durante nuestras incursiones nocturnas en los bosques oscuros y repletos de amenazas.
A diferencia de sus predecesores, este juego nos ofrece una combinación narrativa que conecta las historias previas con un nuevo capítulo, una ambientación inédita en Castor Woods y mejoras sustanciales en la jugabilidad. La diversidad de biomas, el uso de armas innovadoras y la opción de conducir vehículos se suman a una experiencia de exploración y supervivencia más completa y detallada. Dying Light: The Beast busca ampliar los límites de lo que esperamos de un juego de acción y terror dentro del género, manteniendo la esencia que ha hecho de la franquicia un éxito entre quienes disfrutamos del género.
Dying Light The Beast se ha creado como una experiencia independiente que pretende unir los dos grandes títulos de Techland, Dying Light y Dying Light 2, y de paso rescatar a un personaje (Kyle Crane, el protagonista del primero) que en la segunda parte no aparece por razones más que obvias si has jugado a The Following (y que puede tener un par de finales según la decisión final, pero ninguno de los dos es mejor que el anterior). Nuevas mecánicas, nuevas historias, más parkour en un entorno totalmente diferente a lo que hemos visto hasta ahora, nuevos tipos de enemigos, y más horas (casi 20 horas de juego) a las que podrás jugar gratis si te hiciste con la Edición Definitiva de Dying Light 2 Stay Human, que lo incluye.