Tras la finalización de la adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft, el enorme catálogo de la primera comienza a llegar poco a poco a su servicio, algo que ha hecho plantearse a más de uno en volver a darle una oportunidad a la consola, pero no solo de Diablo IV puede vivir un servicio que es una enorme pérdida de dinero para aquellas compañías con grandes desembolsos en sus desarrollos, y que a pesar de seguir lanzando sus juegos en venta directa, acaban en muchas ocasiones por doblar la rodilla y poner en el servicio sus juegos al tener unas ventas escasas si no tienes un enorme nombre como "Harry Potter" o "Dark Souls" a tus espaldas. Solo unos pocos son los elegidos de cuyas ventas se mantienen gracias al servicio, además de algunas pequeñas y medianas compañías que consiguen hacer rentables sus juegos por haber desarrollado sus juegos con inversiones comedidas, algo que la propia Microsoft (y Sony también en PS5) intentan fomentar desde hace unos años para conseguir hacer la rentabilidad y sostenibilidad de su sistema.
Entonces, ¿qué es lo que necesita Microsoft para que el jugador medio, ese que se compró una Xbox 360 y la abandonó con Xbox One y ahora con su Series, vuelva a confiar en ellos y nos los tache de traidores? La respuesta es muy sencilla: Microsoft y Xbox Series necesitan a Call of Duty: Black Ops 6 el día 1 en Game Pass. ¿Solo ese? Pues no; ese y unos cuantos más a partir de ese, pero esa sería la puerta de entrada de algún que otro millón de usuarios que acabaría comprándose la consola en lugar de "invertir" sus ochenta euros en el juego para PS5 y, de paso, tener todos los demás juegos de su servicio. Si, además, a esto le añadimos que en agosto y/o septiembre deberían llegar los últimos juegos de la saga también al servicio, Modern Warfare I, II y III, conjuntamente con la saga completa Black Ops para ir abriendo boca, tendrían de golpe y porrazo a todos los fans de los FPS en sus filas, teniendo en cuenta que actualmente tienen las sagas más importantes del género, el nuevo DOOM incluido, como posibles juegos exclusivos en un futuro.
Por ahí hay que empezar, para continuar con la siguiente llegada de títulos de calidad vía Bethesda, alguna nueva llegada de nuestro Jefe Maestro favorito, el Gears 6 que tanto esperamos, y algún que otro juego de sagas conocidas como Perfect Dark o Fable para redondear. Volver a sus orígenes les hará ser igual de fuertes que en la época de la 360, lo que unido a los Elden Ring y Hogwar's Legacy (ambos de pago), y a la llegada de los juegos de Atlus como Metaphor: ReFantazio harían, ahora sí, un catálogo envidiable para cualquier jugón que se precie de serlo, olvidando por completo el lanzamiento de una nueva consola y contando con un apoyo masivo por parte de la comunidad que se siente abandonada desde casi 2017, a pesar de contar con un gran servicio que no termina de despegar.
¿Se puede permitir el lujo Microsoft de poner Black Ops 6 en Game Pass más adelante? Sería una opción más que lógica teniendo en cuenta la cantidad de dinero que están perdiendo en muchos títulos, y el ingreso que este les conseguiría, metiendo el juego unos seis meses más tarde. Sin embargo, no poner Black Ops 6 el día 1 en Game Pass colocaría a la compañía en una posición muy comprometida, ya que tendría que competir en igualdad de condiciones con Black Ops 6 en PS5, guerra que tiene perdida de antemano y por goleada. Les haría ganar algo de dinero, sí, pero perderlo a la larga por culpa de que sus usuarios la están abandonando y comprando la consola y juegos de la competencia. Ese es el reclamo que necesitan para plantarles cara y hacer que muchos se planteen volver al redil.
Si me preguntáis diría que la opción más inteligente que tiene Microsoft, que a pesar de no tener esos ingresos directos por la venta de CoD los conseguiría con el uso de Game Pass de la misma forma que los tienen con Warzone, una burrada mensualmente, además de que unos pocos de millones de usuarios volverían a poner los ojos en ella. Sería dar un pequeño pasito para atrás con el objetivo de dar dos pasitos más hacia delante, aunque sea huyendo de la debacle, y olvidarse de posibles consolas portátiles o el lanzamiento de otras consolas que ahonde en la sensación del aún fan acérrimo (si es que queda alguno) de que una vez más lo han abandonado por no saber qué hacer con el hardware actual, como ya pasó con Xbox One X, por ejemplo.