Análisis Ghostwire: Tokyo - Un original y divertido paseo por un Tokio plagado de leyendas urbanas

Es un juego divertido, técnicamente brillante, y muy original casi todo lo que vemos en pantalla. Funciona bastante bien, especialmente en las zonas interiores, donde saca a relucir su verdadero potencial, con la lástima de que no haya muchas más zonas de este tipo. Hay lugares donde ocurren paranoias increíblemente bien diseñadas, y otros donde casi parece un juego de miedo, aunque la mayor parte lo pasaremos deambulando por las calles de la ciudad absorbiendo espíritus que encontramos por sus calles para, posteriormente, mejorar a nuestro personaje o acabando con los diferentes tipos de enemigos, cada uno de ellos con su propia estrategia para vencerlos. Se hace entretenido y ameno como digo, pero nada para tirar demasiado cohetes en sus mecánicas, por lo escaso del poder de nuestro protagonista Akito, y por lo pronto que adquirimos todas las habilidades que podemos realizar (durante las primeras 2-3 horas de juego). Teniendo en cuenta que hablamos de un juego de mínimo quince horas de duración si vamos de cabeza a la historia principal, y de más del doble si queremos tenerlo completo al 100%, tener todas las posibles habilidades al 20% de haber comenzado nos hace repetir su desarrollo gran parte de la aventura sin casi posibilidad de sorpresa.

Para mi personalmente, lo más divertido es su historia, y más lo que ocurre detrás de ella que la principal. Al inicio del juego conocemos a un personaje misterioso denominado KK, que es una especie de espíritu vengador que va detrás del malo de turno y que decide poseer al protagonista, Akito, para que le ayude en su venganza. Conoceremos a otros espíritus como personajes secundarios que añaden más interés a la historia, máxime cuando todos ellos deciden ayudarnos en nuestro trabajo en el momento en el que nuestro protagonista descubre que el malo también va detrás de nuestra propia hermana. Sin embargo, la historia se diluye muchísimo en todo el desarrollo, ya que a medida que exploramos la ciudad encontraremos decenas de personajes NPCs con sus propias historias, todas ellas con mucho más interés que la nuestra propia, y que probablemente sea lo que nos motiva a continuar con nuestra búsqueda. La mayoría de ellas tienen valores personales, problemas de los protagonistas con sus familiares, o algo relacionado con las leyendas y folklore japonés, lo que nos sirve para ver representaciones de yokais, ogros, y demás criaturas que todos conocemos gracias a videojuegos, manga, anime, o por el propio interés que cada uno tenga por ellos y que haya leído o buscado. Otro detalle por el que digo que se diluye es porque a medida que ayudamos a todos los NPCs que encontramos, en ningún momento se hace referencia a nuestra búsqueda principal, e incluso escuchamos comentarios de ambos protagonistas diciendo cosas como que hay que ayudarlos y que tenemos que hacerlo, lo cual no tiene demasiado sentido teniendo en cuenta que nuestra hermana puede morir y de la que parece que nos olvidamos a cada paso. Es decisión del jugador, obviamente, pero también podría haber diálogos, situaciones, o consecuencias para que no nos parezca que nuestra hermana es algo random.

Ghostwire: Tokyo es un juego lento, de eso no hay ninguna duda. El juego puede definirse como un FPS en el que en lugar de contar con armas de fuego, usaremos cuatro hechizos diferentes para acabar con nuestros enemigos a cada cual más poderosos, así como un arco con flechas para ciertos momentos concretos. En todo momento vamos andando por las calles de una ciudad, Tokio, buscando almas que recolectar (ayudar según los protagonistas), para ganar mayor poder, escuchando a KK (nuestro compañero) hablar de los mitos y leyendas que nos vamos encontrando, o escuchando por qué debemos ayudar a uno u otro a realizar las misiones secundarias o cuales son los motivos por los que tenemos que ir detrás del malo. Casi desde el principio ganamos estas cuatro habilidades para usar a los tengu, una criatura alada que sobrevuela los ediciones a los que nos podemos enganchar para tener una visión de la ciudad desde las azoteas de los edificios. Aún así, el desarrollo es muy pausado, explorando cada calle de la ciudad, entrando en algunas tiendas o lugares de la misma, y realizando algunas misiones secundarias que nos llevan a acabar con los enemigos que encontremos para limpiar las zonas de estos espíritus que la pueblan. Para hacerlo contamos con una serie de habilidades que ganamos casi desde el principio, siendo este uno de sus problemas principales, ya que no tenemos sensación de que nuestro personaje mejore conforme avanzamos en el juego.

Sin embargo, podríamos dividir el desarrollo en dos mecánicas de juego diferentes según dónde estemos. Por un lado, la mayor parte del tiempo estaremos recorriendo diferentes calles del centro de Tokio, intentando acercarnos a los enemigos por su espalda para acabar con ellos de un solo palo, aceptando misiones, y ganando almas para mejorar nuestro poder según las vamos encontrando. Durante las zonas abiertas, el juego es más FPS que otra cosa a pesar de tener más opciones de juego. Sin embargo, es cuando entramos en las zonas interiores cuando el juego se vuelve más interesante, casi como un juego de infiltración para intentar acabar con los enemigos con el sigilo, y que desde luego hubiese dado mucho más juego si se hubiese aprovechado más. Es en estas zonas donde la historia y las mecánicas se vuelven más interesantes, pero son las que menos abundan en su desarrollo, y es una lástima porque el juego podría haber sido una auténtica joya, y se queda en meramente divertido. Aparte de todo esto, Ghostwire no cuenta con diferentes modos de juego, ni cooperativo, ni competitivo, por lo que a pesar de tener una buena duración, una vez finalizado tampoco tiene nada que lo haga demasiado rejugable.

No existe nada parecido a este juego en el mercado actual. La forma más sencilla de definirlo sería que estamos ante un FPS en el que nuestro personaje no cuenta con armas de fuego sino con un arco con flechas y cuatro habilidades diferentes que debemos usar y combinar con diferentes tipos de espíritus. El desarrollo es el de un mundo abierto con todo lo que ello conlleva, por lo que misiones de recaderos y de búsqueda de cientos de coleccionables vamos a tener lo más grande del mundo. Sin embargo, los poderes de nuestro protagonista, la forma de usarlos, lo que vamos a encontrar por la ciudad, cómo está hecha esta, las misiones secundarias que nos ayudan a conocer mejor la cultura y folklore japonés, o los propios enemigos y sus comportamiento y lo bien que está diseñada la ciudad y los lugares que visitamos, lo hacen tener un valor indudable y ser realmente original.

Como decimos muchas veces, un juego puede tener numerosos elementos originales y, aún así, no ser innovador por culpa de que algunos de ellos no funcionen del todo. En este caso pasa precisamente eso. Sus enemigos están muy bien diseñados, son muy originales, y se comportan de forma original, y lo mismo ocurre con gran parte de la historia y su desarrollo. Sin embargo, le faltan algunos elementos para volverse algo que merezca la pena de imitar, que es precisamente lo que convierte a un juego en realmente innovador. Su sistema de evolución es demasiado escaso, ya que los poderes de nuestro protagonista son cuatro y los tenemos casi nada más comenzar, y el resto de posibilidades de evolución se reducen a un uso ligeramente más rápido y potente. Que podamos explorar la ciudad andando y por sus tejados también, pero su desarrollo es lento y debería tener algo más de velocidad de movimiento tanto para explorar como en el sistema de combate. Las misiones de interiores son muy buenas y originales pero muy escasas, y nos hacen buscar más de estas que, generalmente, solo ocurren en las misiones secundarias, y la historia tampoco está mal pero lo mejor ocurre con las secundarias. En definitiva, es un buen inicio para que Tango Gameworks y Bethesda hagan algo en una secuela que aprovechen el potencial de todo lo expuesto aquí, y aún siendo original, le falta ese toque de genialidad que sus creadores ya han demostrado tener, y que aquí parece que no han sabido exprimir del todo.

Desde el lanzamiento de PS5 hemos visto no muchos juegos que aprovechan mínimamente este hardware, y lo mismo ocurre con Xbox Series o con PC, específicamente porque muchos de sus juegos son ports de consola. Hay mucho más provecho cuando el juego está optimizado para PS5, y este es uno de ellos. Aunque podría haberse hecho mejor si se hubiese optimizado más, el nivel de detalle que tenemos de la ciudad, los enemigos, o los efectos que vemos en pantalla es realmente espectacular, y podríamos decir que podría estar por encima de cualquier otro juego de nueva generación, gracias en parte a la fotogrametría que nos hace creer que estamos realmente en esta ciudad. Podemos configurar Ghostwire: Tokyo en diferentes tipos de calidad de imagen para alcanzar los 4K, 30 FPS y RTX activo en pantalla, aunque lo ideal está en jugar sin el RTX y a una resolución más fluida (60 FPS). También tenemos opción incluso de configurarlo a más FPS sacrificando calidad, pero tampoco aporta demasiado por ser un juego que se desarrolla de forma muy pausada, y la acción tampoco requiere movimientos rápidos ni reflejos felinos en el jugador.

A nivel sonoro también se ha echado la casa por la ventana, como viene siendo habitual en los juegos de Bethesda. Doblado y traducido al castellano, cuenta con voces en japonés, inglés, y un montón más de idiomas para poder configurarlo como más nos guste, y con una muy buena calidad todos ellos La banda sonora no es para tirar cohetes, ya que se limita en muchas ocasiones a los ruidos de los enemigos de fondo, los tengu que escuchamos para saber que podemos ir en esa zona por los tejados (un sonido de cuervo deformado o similar bastante estridente), y una melodía ambiental en las zonas cerradas. sí que escuchamos música de fondo en los enfrentamientos más complicados, pero parece haber sido diseñada como un mero elemento ambiental más que como una parte importante de su conjunto. No obstante, no desentona y consigue su objetivo con creces.