El Shaddai (Literalmente,
Dios Omnipotente) cuenta las aventuras de
Enoch, un escriba de
Dios que se lanza a la caza y captura de 7 ángeles caídos, que quieren conquistar el mundo humano, con ayuda de
Lucifer. El título es uno de los juegos visualmente más originales que han pasado por nuestra consola este año, aunque a nivel jugable su base es la de un
juego de acción con toques de plataformas.
A la hora de luchar,
Enoch no tiene más arma que sus puños (y una armadura de
Lucifer, que lo protege del daño y nos sirve como
indicador de vida: se va quebrando hasta que salta echa pedazos, y posteriormente se repara al vencer a los enemigos), pero cuenta con
la posibilidad de arrancarle el arma a los caídos. Una vez purificadas (con un efecto espectacular) podremos aprovechar su poder y volverlo contra nuestros enemigos.
Tenemos 3 armas base, que forman una especie de
triángulo de armas (una es buena contra las otras), algo que apreciaremos especialmente en el modo historia.
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Arch: Esta mezcla de
arco y espada es probablemente el utensilio más compensado del juego, con una buena variedad de combos desde el suelo hasta el aire. También tiene un uso especial que nos permite planear en las zonas de plataformas.
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Escudos: Más allá de un excelentes protectores, los escudos son armas devastadoras a corta distancia, con algunos de los combos más potentes del juego, letales luchando contra un sólo enemigo... El problema es que su peso nos ralentiza y hace más vulnerables.
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Gale: Un utensilio mágico, ideal para el combate a distancia. No es tan poderoso en sus impactos como el resto de armas, pero resulta muy sencillo (y espectacular) enlazar combos, o luchar contra varios enemigos a la vez.
Las posibilidades al principio de la partida son limitadas para cada arma, pero poco a poco iremos aprendiendo un montón de trucos con cada una de ellas, haciéndonos realmente poderosos conforme avanza la aventura; aún así no hay un sistema de
evolución tradicional, algo que se echa de menos.
Terminar la aventura de
Enoch nos llevará unas 10 horas de media (más o menos según nuestra habilidad y lo completistas que seamos explorando), horas en la que la acción no tiene grandes altibajos, y en las que las sorpresas visuales que nos esperan
compensan una mecánica ciertamente repetitiva (como en la gran mayoría de juegos de acción con
corazón de beat'em ups), pero divertida gracias al elaborado sistema de lucha. Los
peros que podemos poner son
los extras que desbloqueamos (sólo trajes y más niveles de dificultad).
La narrativa de
El Shaddai es otro de sus puntos fuertes; hablamos de una lucha contra ángeles caídos en mundos sorprendentes, y el título juega al despiste con nosotros con
saltos temporales y personajes que no son lo que parecen... Incluso el original sistema de resurrección en las fases (aporrear botones si hemos caído, lo que nos levantará hasta 3 veces) hace más intentsa la aventura.
¿El punto más fuerte del título? Sin duda el acabado artístico, que experimenta y juega en cada fase con formas y colores, haciendo que avanzar sea un placer y, al mismo tiempo, una sorpresa continua; esto ayuda a disimular un apartado gráfico
un poco básico en muchos momentos, con modelados muy simplones para muchos de los enemigos
normales y el gran vacío de las fases; incluso así no es raro encontrarse algunas ralentizaciones puntuales, algo que desluce estos gráficos experimentales y
minimalistas. Lo que
sí le pasa factura al juego es que no se muestre una barra de energía para el personaje y sus rivales, algo que está implementado, pero que - suponemos que por razones estéticas - se oculta y no puede desbloquearse hasta que terminamos la aventura por primera vez, cuando ya más o menos sabemos cúales son las armas más efectivas en cada momento; pensamos que esto tendría que haberse podido activar y desactivar voluntariamente.